Donald Trump ha ordenado una “pausa” en las controvertidas redadas de agentes de inmigración y aduanas (ICE) dirigidas a granjas, hoteles y restaurantes en Estados Unidos. Esta decisión se produce tras una ola de críticas y la presión ejercida por empresarios de estos sectores, quienes reportaron graves afectaciones a sus negocios y una preocupante escasez de mano de obra como consecuencia de las operaciones.
La medida, que representa un ajuste notable en la agresiva política migratoria del exmandatario, busca aliviar la tensión en industrias que dependen en gran medida de trabajadores inmigrantes. Trump reconoció que las acciones de su administración estaban perjudicando a “valiosos agricultores y la gente del sector hotelero y de ocio”, que veían cómo “trabajadores muy buenos y veteranos” eran retirados, haciendo sus empleos “casi imposibles de reemplazar”.
Este giro ha sido bien recibido por organizaciones pro-inmigrantes y por líderes empresariales que esperaban una flexibilización de las políticas. Se especula que las protestas masivas en ciudades como Los Ángeles y la presión de diversos grupos empresariales fueron factores clave que influyeron en esta decisión.