Conor Tracey, arquero de Auckland City (Nueva Zelanda), fue protagonista de una de las imágenes más simbólicas del Mundial de Clubes al encarar un imponente Bayern Munich. No solo por su actuación en cancha, sino también por su particular trayectoria.
Tracey, de 28 años, combina su pasión por el fútbol con un empleo a tiempo completo en un almacén farmacéutico veterinario en Nueva Zelanda.
Para poder disputar el torneo en Estados Unidos, tuvo que solicitar días de licencia sin remuneración —lo que implica sacrificar parte de su salario— una decisión justificada por su sueño futbolístico: “jugar contra Bayern, Benfica y Boca vale 100 % la pena”.
En la apertura del Grupo C, Tracey fue titular durante los 90 minutos en el TQL Stadium de Cincinnati, donde su equipo cayó por 10‑0 contra el Bayern. Pese al marcador abultado, logró una espectacular atajada en el minuto 5 ante un cabezazo de Kingsley Coman.
En total, los campeones alemanes dispararon 33 veces, pero Auckland City solo logró dos remates al arco, lo que demuestra el claro dominio teutón.
Según Transfermarkt, Tracey ha disputado 22 partidos en Champions de Oceanía y una participación previa en el Mundial de Clubes, lo que suma experiencia en torneos internacionales . Su contrato con Auckland City finaliza el 31 de diciembre de 2025.
Este episodio representa uno de los momentos más emocionantes de su carrera: “conocer a Manuel Neuer fue el día más feliz”, comentó Tracey, incluso tras la goleada . Su historia encarna la realidad de miles de futbolistas que, pese a no ser profesionales, compiten en escenarios globales mientras mantienen empleos cotidianos.
Aunque el marcador fue duro, la experiencia de Tracey resalta por la pasión y dedicación que representan a la mayoría de futbolistas amateurs.