Richard Jordan, de 79 años, fue ejecutado en Misisipi por el secuestro y asesinato de Edwina Marter en 1976, tras pasar casi medio siglo en el corredor de la muerte. Condenado por exigir un rescate de 25.000 dólares tras el crimen, fue detenido al intentar recoger el dinero y confesó, guiando a las autoridades al cuerpo de la víctima. Su ejecución por inyección letal, la primera en Misisipi desde 2022, marcó el fin del período más largo en espera de ejecución en el estado.
La pena de muerte sigue siendo un tema controvertido en EE. UU., con 23 estados que la han abolido y tres más (California, Oregón y Pensilvania) bajo moratoria. En 2025, se han realizado 24 ejecuciones en el país, 19 por inyección letal, tres por hipoxia con nitrógeno y dos por fusilamiento. El método de nitrógeno, usado en Alabama, ha sido criticado por expertos de la ONU como “tortura”.
El caso de Jordan resalta las demoras en el sistema judicial estadounidense, donde apelaciones y revisiones pueden extender la espera en el corredor de la muerte durante décadas. Esta ejecución, la segunda en EE. UU. esa semana tras la de Thomas Gudinas en Florida, reaviva el debate sobre la justicia y la humanidad de la pena capital en el país.