Un reciente análisis de la inteligencia de Estados Unidos ha emitido una severa advertencia: una instalación nuclear clave de Irán, el complejo subterráneo de Fordow, ha sufrido daños catastróficos. Este nuevo informe, citado por The New York Times, revela que el sitio, considerado el centro de enriquecimiento nuclear más avanzado y protegido de Irán, podría haber quedado inutilizado tras el lanzamiento de 12 bombas GBU-57 por bombarderos B-2 de la Fuerza Aérea estadounidense.
La evaluación sostiene que las explosiones destruyeron miles de delicadas centrifugadoras nucleares, sepultadas bajo más de 76 metros de montaña. Esta información coincide con las declaraciones del director del Organismo Internacional de Energía Atómica. Aunque otras dos instalaciones nucleares, Natanz e Isfahan, no experimentaron daños tan graves, los ataques destruyeron infraestructuras esenciales para la fabricación de armas nucleares, cuya reconstrucción podría demorar años, según funcionarios estadounidenses, lo que representa un significativo retraso para el programa iraní.
A pesar de la magnitud de los daños, funcionarios israelíes admiten que los ataques probablemente no eliminaron el stock de uranio enriquecido casi a nivel de bomba, suficiente para fabricar más de 10 armas nucleares. La interrogante central sobre cuánto tiempo estos bombardeos han retrasado el programa nuclear iraní o la capacidad de Teherán para fabricar una bomba con el uranio existente sigue siendo objeto de debate en el gobierno estadounidense. La destrucción de gran parte de las defensas aéreas iraníes también abre la posibilidad de nuevos ataques si se detectan esfuerzos de reconstrucción.