El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha reafirmado este miércoles su intención de que Israel asuma el control total de la Franja de Gaza como parte de la estrategia militar para erradicar por completo la presencia de Hamás. Tras esta ocupación, aseguró que se transferirá la administración del territorio a una entidad civil local sin vínculos con grupos terroristas.
Durante una entrevista televisiva, Netanyahu enfatizó que el objetivo principal es asegurar que Gaza no represente una amenaza futura para la seguridad de Israel, por lo que se plantea establecer un corredor de seguridad y zonas bajo vigilancia militar, mientras se transita hacia una administración civil.
El anuncio marca un giro relevante respecto a la política del retiro israelí de 2005 y responde al escenario actual, tras más de diez meses de guerra. La ofensiva militar ha dejado decenas de miles de víctimas palestinas, daños estructurales severos y una creciente crisis humanitaria en el enclave.
Pese a la firmeza de Netanyahu, dentro del propio gabinete de seguridad existen discrepancias. Altos mandos militares, incluyendo el jefe del Estado Mayor, han advertido que una ocupación prolongada podría implicar graves consecuencias: más pérdidas humanas, dificultad para rescatar rehenes, y una extensión del conflicto que podría arrastrar a la región a un estancamiento mayor.
Se prevé que el gabinete analice en las próximas horas los detalles operativos del plan. Por ahora, el primer ministro sostiene que el control total de Gaza es necesario para cumplir con los objetivos de guerra: desarticular a Hamás, garantizar la seguridad a largo plazo y facilitar la transición hacia una nueva etapa política en el territorio.
Mientras tanto, la comunidad internacional observa con atención. Organismos de derechos humanos y entidades diplomáticas han mostrado preocupación por el impacto humanitario de una posible ocupación, especialmente en un contexto donde más de dos millones de civiles permanecen atrapados en condiciones críticas.
La situación en Gaza sigue siendo tensa, frágil y con múltiples actores involucrados, mientras Israel define su próximo movimiento en un conflicto que, lejos de concluir, parece entrar en una fase aún más compleja.
