El gobierno de Israel ha iniciado una nueva fase de su ofensiva en la Franja de Gaza, con un plan militar liderado por el primer ministro Benjamin Netanyahu para tomar el control total del principal centro urbano. El objetivo es derrotar a Hamas, asegurar el retorno de los rehenes y establecer una administración civil alternativa. Hamas ha criticado el plan, calificándolo de “nuevo crimen de guerra” que pondría en riesgo a los rehenes. La iniciativa ha generado respuestas internacionales, con países como Alemania y Países Bajos suspendiendo las exportaciones de armas a Israel, mientras que España y la Autoridad Palestina han condenado el plan. Familias de los rehenes y un exnegociador estadounidense han advertido de una “catástrofe colosal”. La situación humanitaria sigue siendo crítica, con reportes de muertes por desnutrición y acceso limitado a la ayuda.
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