Un nuevo estudio publicado en el European Heart Journal ha revelado que el COVID-19 puede causar un envejecimiento prematuro de los vasos sanguíneos, aumentando la rigidez arterial hasta en cinco años, lo que a su vez incrementa el riesgo de infartos y accidentes cerebrovasculares. La investigación, que incluyó a 2.390 personas de 16 países, descubrió que este efecto es más pronunciado en las mujeres y en aquellas personas que padecieron síntomas persistentes, lo que indica que el género puede jugar un papel clave en las secuelas a largo plazo de la enfermedad.
El virus utiliza receptores específicos para infectar las células del revestimiento de los vasos sanguíneos, lo que acelera el envejecimiento vascular. El estudio también señala que las personas vacunadas mostraron un menor grado de rigidez arterial, y que el deterioro tendía a estabilizarse o mejorar con el tiempo. Los resultados de esta investigación subrayan la importancia de la prevención y el monitoreo de la salud cardiovascular, incluso en pacientes que han tenido casos leves de COVID-19.