El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha elevado la presión en el conflicto en Ucrania al advertir que considera autorizar el envío de misiles Tomahawk de largo alcance a Kiev si el presidente ruso, Vladímir Putin, no pone fin a la guerra. Trump, quien conversó el tema con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en dos llamadas el pasado fin de semana, utiliza la amenaza de este armamento como un ultimátum directo a Moscú.
El misil Tomahawk Land Attack Missile (TLAM), que mide 5,6 metros y tiene un alcance de hasta 2.400 kilómetros, podría situar a Moscú y otras ciudades rusas dentro de su radio de acción si fuera lanzado desde territorio ucraniano. Este misil, conocido por su capacidad de vuelo a baja altitud y su difícil detección por radar, representa una escalada sustancial en la capacidad ofensiva de Ucrania, superando con creces el alcance de los misiles actualmente suministrados por aliados europeos. La incorporación de los Tomahawk obligaría a Rusia a redistribuir sus defensas y recursos estratégicos.
El mandatario estadounidense, quien se encontraba en un viaje oficial a Arizona, no confirmó si autorizaría la medida, pero el hecho de considerar la opción, y de hacerlo pública, subraya la seriedad de Washington en buscar una solución al conflicto.