Emelec vive, sin duda, uno de sus momentos más críticos en lo institucional y económico. Este año el club ha sido golpeado por múltiples frentes: demandas de exjugadores y exentrenadores, paralizaciones por impagos, conflictos internos y deudas que arrastra desde la gestión anterior. La institución azul parece navegar en aguas turbulentas con pocas opciones de salvación si no logra estabilizarse pronto.
En la Asamblea de Socios del club se revelaron cifras alarmantes: deudas con exfutbolistas como Miller Bolaños y ‘Cuco’ Angulo superan el millón de dólares entre ambos; otros casos como Leandro Vega reclamarían más de USD 400.000; Alejandro Cabeza exigía cerca de USD 120.000. También se mencionó que el exdirector técnico Hernán Torres reclama USD 86.000. En total, las obligaciones reconocidas frente a la FIFA suman unos USD 991.500 entre varios jugadores y directivos.
A esos montos se añade un saldo de USD 250.000 que el club debe al expresidente José Pileggi, reconocido oficialmente por la directiva actual como deuda pendiente. Además, Emelec mantiene una coactiva iniciada por el Banco del Pacífico por una deuda estimada en USD 9,8 millones, derivada de préstamos tomados para remodelaciones del estadio George Capwell.
Parte del origen de estos problemas se remonta a la presidencia de José Pileggi, quien, según críticos y documentos del club, decidió romper unilateralmente un contrato con el Banco del Pacífico para firmar con otra entidad bancaria. Esta decisión, además de generar desconfianza, dejó sin respaldo financiero al club y provocó sanciones y embargos.
Ante este cúmulo de deudas e inestabilidad, las opciones de Emelec pasan por resultados deportivos que le permitan ingresar a competiciones internacionales como Copa Sudamericana (si gana el hexagonal) o, en un escenario más audaz, clasificar a la Libertadores vía la Copa Ecuador. Pero depender del rendimiento deportivo en medio de una crisis financiera es una apuesta de alto riesgo, más aún cuando varias veces los jugadores han paralizado por falta de pago.
El club corre contra el tiempo: si no salda sus obligaciones, enfrenta sanciones FIFA que podrían impedirle inscribir jugadores, incluso la pérdida de categoría. El futuro de Emelec, entonces, depende no solo del balón, sino de una reestructuración urgente en sus finanzas y liderazgo.