Microsoft puso fin al soporte técnico de Windows 10 el 14 de octubre, un sistema operativo con más de una década de antigüedad. La suspensión de las actualizaciones de seguridad implica que los equipos que mantengan este sistema operativo seguirán funcionando, pero quedarán expuestos a vulnerabilidades y ataques informáticos como el ransomware, ya que no recibirán más parches ni mejoras. Además, se espera que los desarrolladores de software dejen de ofrecer soporte progresivamente, afectando la funcionalidad de aplicaciones y videojuegos.
La opción más directa que ofrece la compañía es la actualización gratuita a Windows 11, cuyo requisito de compatibilidad puede verificarse con una aplicación de Microsoft. Para aquellos usuarios cuyo hardware no cumpla con los requerimientos mínimos (como 4 GB de memoria y 64 GB de almacenamiento), la empresa sugiere reemplazar componentes o adquirir un dispositivo nuevo.
Para los usuarios que deseen evitar la compra de hardware, existen alternativas viables. Una de ellas es instalar ChromeOS Flex, desarrollado por Google y optimizado para funcionar en equipos de bajo rendimiento. Otra posibilidad es migrar a Linux, una plataforma gratuita y de código abierto, con distribuciones como Linux Mint que facilitan la transición a usuarios sin experiencia previa.