El Océano Ártico, que se derrite a “toda velocidad” a causa del calentamiento global, se ha convertido en una ruta marítima más corta y expedita para transportar productos de China a Europa, especialmente ante la creciente demanda por la temporada navideña. El buque ‘Istanbul Bridge’ completó el primer viaje convencional de contenedores entre China y el Reino Unido navegando por el Ártico, un trayecto que duró 20 días y que marca el avance chino en su “Ruta polar de la seda”.
Este hito ha generado una profunda preocupación ambiental. Si bien la ruta recorta los días en tránsito, lo que algunos celebran, expertos como Sian Prior de Clean Arctic Alliance advierten que la demanda europea está teniendo un impacto directo en la región y que la pérdida del Ártico “nos golpeará a todos”. Lola Berna de Ecodes alertó que justificar el aumento del tráfico en el Ártico como una reducción de emisiones “oculta que seguir destruyéndolo al romper hielo es difícil de revertir”.
Mientras el tráfico marítimo en el Ártico ha crecido más de un 30% en la última década, la primera empresa naval del mundo, MSC, se ha negado a participar en el “expreso ártico” por considerar que la ruta “sigue sin estar desarrollada para la navegación comercial” y por su preocupación por el “impacto que puede tener la travesía en las comunidades árticas y sobre los frágiles ecosistemas de la región”.