Cada 2 de noviembre, los ecuatorianos se reúnen alrededor de una mesa con colada morada y guaguas de pan, dos preparaciones que combinan la gastronomía con el simbolismo espiritual.
La colada morada tiene sus raíces en los rituales prehispánicos de los pueblos andinos, quienes elaboraban bebidas con maíz morado y frutas para honrar a sus muertos durante el mes de noviembre, cuando —según la cosmovisión indígena— el mundo espiritual y el terrenal se conectan.
Con la llegada de los españoles, esta tradición se fusionó con las prácticas católicas del Día de los Difuntos, dando origen a la costumbre mestiza actual.
Las guaguas de pan, con forma de niño, representan el ciclo de la vida y la muerte, una forma de recordar que la existencia continúa más allá del cuerpo físico. Hoy, la tradición sigue viva en todo el país como una celebración de memoria, familia y raíces culturales.








