La provincia de Manabí experimentó una jornada de violencia extrema el pasado miércoles 5 de noviembre, con el registro de siete asesinatos en un lapso de solo diez horas. Los crímenes se distribuyeron en cuatro cantones, evidenciando una crisis de seguridad que se extiende por todo el territorio. La secuencia fatal comenzó en la vía Chone – San Vicente, donde fueron encontrados los cuerpos de dos jóvenes de 18 y 20 años, ambos oriundos de Ibarra, que presentaban múltiples heridas de bala y signos de tortura, hallados en el interior de un vehículo en la comunidad Barquero. Posteriormente, en Portoviejo, dos hombres fueron atacados a tiros en la parroquia urbana San Pablo: uno falleció en el interior de una vivienda donde buscó refugio, y el otro murió tras ser trasladado a un hospital. El comandante de la subzona, Bladimir Acurio, confirmó que las víctimas no tenían antecedentes penales y habían viajado desde Paján para visitar a sus familiares.
La ola de violencia continuó durante la tarde. En San Vicente, el propietario de una gasolinera fue asesinado por sicarios. El caso más dramático ocurrió en el barrio Altagracia de Manta, donde tres miembros de una misma familia fueron baleados dentro de su automóvil. Las víctimas fueron identificadas como Klever Meza y sus hijos Leonardo y Rafael; solo Rafael logró sobrevivir, aunque su estado de salud es grave. La Policía Nacional acordonó el área encontrando restos de balas de 9 milímetros, un calibre comúnmente usado en ataques de crimen organizado. Hasta el momento de la publicación, no se reportaron sospechosos detenidos por ninguno de los casos. Esta racha eleva el total de asesinatos en Manabí a 1.067 en 2025, lo que representa un incremento significativo respecto a los 708 crímenes registrados durante el mismo lapso del año anterior, marcando una tendencia preocupante.








