La confesión pública de Magic Johnson sobre su diagnóstico de VIH en 1991 transformó la percepción y el tratamiento social del virus a nivel internacional. El exjugador de la NBA se convirtió en un símbolo de esperanza y educación al relatar en una entrevista reciente que su primera preocupación no fue por sí mismo, sino por su esposa, Cookie Johnson, que estaba embarazada de su hijo.
El apoyo incondicional y la fe de Cookie brindaron fortaleza a la familia, especialmente tras confirmarse que ni ella ni su hijo tenían el virus. Esta experiencia motivó a Johnson a asumir un papel activo en la concienciación sobre el VIH y el sida, especialmente en las comunidades negra y latina, donde el estigma era más fuerte. Tres décadas después, el legado de Magic Johnson sigue promoviendo la resiliencia y la dignidad frente al virus.








