Un antiguo medicamento utilizado por décadas para controlar la presión arterial podría ofrecer una esperanza crucial en la lucha contra los tumores cerebrales más agresivos. Investigadores de la Universidad de Pensilvania identificaron una nueva función de la hidralazina, que puede frenar el avance del glioblastoma, un cáncer cerebral particularmente letal. El descubrimiento, publicado en la revista Science, es significativo, ya que la hidralazina se usa para tratar la hipertensión y la preeclampsia, pero su mecanismo molecular nunca se había entendido por completo.
El equipo, liderado por el médico-científico Kyosuke Shishikura, descubrió que la hidralazina bloquea una enzima clave: la 2-aminoetanotiol dioxigenasa (ADO), que funciona como sensor de oxígeno en el cuerpo. En el cáncer, la ADO permite a las células del glioblastoma adaptar su metabolismo y sobrevivir en entornos con escasez de oxígeno. Al inhibir esta enzima, la hidralazina no solo ayuda a regular la presión arterial, sino que también induce la senescencia en las células tumorales, haciendo que dejen de dividirse y deteniendo el crecimiento del tumor sin generar resistencia. Este hallazgo abre la vía para el desarrollo de nuevos tratamientos oncológicos y cardiovasculares.








