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noviembre 20, 2025 | Actualizado ECT
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Aguiñaga, prefecta del Guayas; González, presidenta de RC5 y Alvarez, alcalde de Guayaquil

noviembre 20, 2025 | 07:54 ECT

El correísmo anocheció y amaneció celebrando el triunfo del “no”. Zapatearon, cantaron y abrazaron la Constitución de Montecristi como quien abraza a un santo que no hace milagros, pero que al menos acompaña. La fiesta no era ni suya, pero bien les valía el festejo después de una raquítica campaña en la que más bien aprovecharon los errores del gobierno.
Pero la algarabía, tan estridente minutos antes, se evaporó como la tormenta que amenaza con destruirlo todo, pero que luego de unas gotas solo deja en el ambiente un vaho sofocante y pegajoso. Luisa González —presidenta de la RC5 y especialista en hacer comentarios “inoportunos”— soltó una declaración meteórica: hay autoridades locales que no deberían ir a la reelección por “falta de lealtad” y mencionó a Marcela Aguiñaga y Aquiles Alvarez.
Aguiñaga, veterana del correísmo y prefecta del Guayas, respondió desde territorio con la calma de quien ya vio demasiadas mareas como para asustarse por un oleaje más. “Iré por la reelección”, anunció, agregando: “No estoy para polémicas, estoy para trabajar”. Entre ambas hace rato que hay un muro, un silencio y probablemente un chat archivado para siempre.
González también sentó en el banquillo al alcalde de Guayaquil Aquiles Alvarez, recordando que llegó bajo la bandera de RETO gracias a una alianza con la RC5 y al generoso padrinazgo de Rafael Correa. Que entregue la vicealcaldía a una partidaria suya, que actúe como independiente, que su única devoción sea Correa y no el movimiento… todo eso la llevó a una conclusión digna de arrendadora estricta: nada de alquilar cuartos a inquilinos con lealtad intermitente. Solo familiares directos.
Aquiles dejó el dramatismo, hizo lo mismo que un marido frente a su mujer furibunda, le dio la razón y a lo mucho apeló a su cordura y le pidió calma.
Esta purga simbólica puede leerse de dos maneras, la primera: la RC5 está aprovechando el capital simbólico del “no” para ajustar cuentas internas y depurar disidencias. La segunda: que estas tensiones pueden empujar a liderazgos autónomos a coidearios que cuentan con votos propios y experiencia, a buscar nuevos rumbos.
Y en medio del incendio aparece Correa desde Europa, opinando como patriarca que no permite que le apaguen la luz sin su permiso. Mientras Luisa señala, él ampara, conforta. Dice que Aguiñaga es brillante, que Aquiles le responde el teléfono y acata sus órdenes. En fin, es difícil saber quién tiene el boleto al paraíso político y quién aguarda en el limbo.
Por eso la advertencia: si la RC5 no maneja sus tensiones con inteligencia, esto será la primera fisura de una grieta que termine resquebrajando sus bases. Así es la política, pues aquello que no se resana carcome y podría provocar un derrumbe que sepulte no solo al partido completo sino a sus líderes y partidarios.

Comentario de Mónica Carriel

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