El Black Friday, o viernes negro, se celebra tradicionalmente en Estados Unidos al día siguiente del feriado de Acción de Gracias, marcando el inicio de la temporada de compras navideñas. Este evento se ha transformado de una jornada única de grandes descuentos a una temporada prolongada de ofertas que se extienden por varios días, e incluso semanas. La influencia de esta fecha ha traspasado las fronteras, siendo adoptada por numerosos países en el mundo que buscan replicar el éxito comercial y el gran volumen de ventas que genera en su día tradicional. El fenómeno ha evolucionado de forma considerable, y aunque el nombre se mantiene, su significado y alcance han cambiado con el paso de los años y la expansión internacional, convirtiéndose en una de las fechas de compras más concurridas a nivel global.
El fenómeno ha evolucionado de forma considerable, y aunque el nombre se mantiene, su significado y alcance han cambiado con el paso de los años y la expansión internacional, convirtiéndose en una de las fechas de compras más concurridas a nivel global. La popularización de las compras en línea y la globalización del comercio han permitido que esta tradición estadounidense se adapte a distintos mercados, afectando los patrones de consumo y anticipando el periodo de rebajas en muchas economías. El Black Friday se sostiene como un motor crucial para el comercio minorista, a pesar de que la presión por los precios bajos y la saturación de ofertas han diluido parcialmente la exclusividad del día original.








