La demencia canina, conocida científicamente como síndrome de disfunción cognitiva (SDC), se ha convertido en una preocupación creciente para los propietarios de mascotas debido al aumento en la esperanza de vida de los perros. Este trastorno neuroconductual, que comparte similitudes con el Alzheimer humano, afecta a cerca del 28 % de los canes de entre 11 y 12 años, cifra que se dispara al 68 % en aquellos que superan los 15 años. Al ser una enfermedad degenerativa, los signos suelen aparecer de forma paulatina, manifestándose a través de desorientación en lugares conocidos, cambios en las interacciones sociales y alteraciones en los ciclos de sueño. Los especialistas subrayan que un diagnóstico temprano es fundamental para implementar estrategias que mejoren el bienestar del animal.
Identificar los síntomas a tiempo permite diferenciar el envejecimiento natural de una patología que requiere manejo especializado. Entre las señales de alerta destacan la ansiedad, la mirada fija al vacío, la pérdida de hábitos de higiene en casa y la deambulación nocturna. Aunque no existe una cura definitiva, el uso de escalas de evaluación como el cuestionario DISHAA ayuda a los veterinarios a determinar la gravedad del deterioro. El tratamiento se enfoca en el enriquecimiento ambiental, dietas ricas en antioxidantes y, en ciertos casos, medicación específica para controlar la ansiedad o el insomnio. Mantener rutinas predecibles y estimular mentalmente a la mascota son acciones clave para ralentizar la progresión de este síndrome y asegurar una vejez digna.








