En medio de una escalada militar sin precedentes en el Caribe, el gobierno de Nicolás Maduro busca enviar un mensaje de estabilidad a los mercados internacionales y, específicamente, a sus socios comerciales en Estados Unidos. Mientras la Casa Blanca intensifica el cerco sobre la “flota fantasma” venezolana, el crudo gestionado por Chevron continúa fluyendo bajo licencias especiales.
🚢 El zarpe del Canopus Voyager
Como prueba del cumplimiento de estos contratos, la vicepresidenta y ministra de Hidrocarburos, Delcy Rodríguez, confirmó un movimiento estratégico:
- Rumbo a EE. UU.: El buque Canopus Voyager zarpó con petróleo venezolano destinado al mercado estadounidense.
- Apego legal: Caracas sostiene que esta operación se realiza en estricto cumplimiento de los compromisos asumidos por la industria petrolera nacional, diferenciándola de los buques sancionados.
⚓ Intercepciones y “flota fantasma” en el Caribe
La ofensiva de la administración Trump ha sumado tres golpes importantes en menos de dos semanas:
- Buque Skipper: Incautado el diez de diciembre; su cargamento de petróleo fue confiscado totalmente por Estados Unidos.
- Tanquero de bandera panameña: Interceptado este pasado fin de semana bajo acusaciones de traficar “crudo sancionado”.
- Tercera intercepción: Medios estadounidenses reportaron una nueva operación el domingo para detener a un petrolero cerca de las costas venezolanas, como parte del despliegue militar iniciado en agosto.
💬 “Somos gente seria”: La postura de Maduro
Durante un evento en Caracas, Maduro marcó una línea divisoria entre el conflicto político con la Casa Blanca y las relaciones contractuales con empresas privadas:
- Cumplimiento a rajatabla: Aseguró que, más allá de los conflictos “circunstanciales”, los contratos firmados bajo la ley venezolana son sagrados.
- Acusación de Washington: Donald Trump ha declarado que Venezuela “le quitó el petróleo a Estados Unidos” y que su administración lo recuperará mediante el bloqueo total a petroleros sancionados.
- Denuncia de “piratería”: El Ejecutivo venezolano insiste en que estas incautaciones son una estrategia de presión para forzar un “cambio de régimen” y apoderarse de las reservas de hidrocarburos del país.
Pese a la retórica bélica y el patrullaje de escuadras navales, la operación de Chevron en Venezuela se mantiene como el último puente comercial activo entre ambas naciones, operando bajo una frágil excepción en el esquema de sanciones de Washington.








