El exvicepresidente Jorge Glas calificó su estancia en prisión como un escenario de tortura psicológica sistemática y un espectáculo mediático de corte político. Durante su intervención, el exmandatario de Ecuador denunció que padece un deterioro acelerado de su salud debido a la ausencia de un médico de cabecera que trate sus dolencias crónicas. Glas alertó que solo cuenta con fármacos para la presión arterial para dos días, tras habérsele impedido el acceso a atención médica profesional durante esta semana. Según su testimonio brindado en Ecuador, el entorno en el que permanece recluido está marcado por ruidos industriales constantes y agresiones verbales por parte de los custodios. El político detalló que el sonido de extractores de aire se mantiene activo hasta dieciséis horas diarias, lo que ha provocado un daño severo en su sistema nervioso y le impide el descanso básico.
En su relato ante las autoridades de Ecuador, Glas describió madrugadas violentas donde el personal de seguridad golpea las puertas con objetos metálicos y profiere insultos constantes hacia su persona. También expresó su preocupación por la seguridad física dentro del recinto en Ecuador, señalando que la puerta de su celda se encuentra dañada tras operativos previos, dejándolo vulnerable ante posibles amotinamientos. El exfuncionario criticó duramente los trámites burocráticos que retrasan el ingreso de medicinas esenciales para tratar su fibromialgia y depresión profunda en Ecuador. Finalmente, rechazó las estadísticas oficiales sobre su atención de salud, asegurando que simples tomas de presión no equivalen a un tratamiento médico integral y digno. La defensa de Glas insiste en que estas condiciones violan derechos fundamentales y agravan su ya delicado estado clínico en territorio de Ecuador.









