La temporada de gripe ha generado una alerta sanitaria inusual en el hemisferio norte, especialmente en Europa, debido al brote prematuro de la variante H3N2 subclado K. Según reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y agencias sanitarias, el pico epidémico se ha adelantado entre tres y seis semanas en países como Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y España, disparando las tasas de positividad y la demanda asistencial. La preocupación se centra en las mutaciones que presenta el subclado K, que le permiten evadir parcialmente la inmunidad generada por la vacunación estacional y por infecciones previas. Esta característica eleva significativamente su potencial de contagio, especialmente en espacios cerrados y poco ventilados, provocando casos récord de hospitalización no vistos desde hace años.
Los síntomas más frecuentes reportados incluyen fiebre alta de aparición súbita, dolores musculares intensos, tos seca y fatiga extrema, siendo los más afectados niños pequeños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas. La gravedad de la situación se ve agravada por la circulación simultánea de otros virus respiratorios, como el sincitial (VRS) y el SARS-CoV-2, lo que complica el diagnóstico y presiona aún más la capacidad de los hospitales. Ante la situación, los expertos insisten en la necesidad de extremar las medidas de prevención, como el uso de mascarilla en sitios concurridos y la vacunación, especialmente en los grupos más vulnerables.








