Argentina enfrenta actualmente una compleja situación epidemiológica marcada por el rebrote de enfermedades que se consideraban bajo control, como el sarampión y la tos convulsa. A finales de noviembre de 2025, se reportó una alerta tras el recorrido de viajeros uruguayos no vacunados que cursaban sarampión en varias provincias, mientras que la tos convulsa ha causado la muerte de diez niños que no contaban con el esquema de inmunización completo. A este escenario se suma la reciente detección por parte del Instituto Malbrán de tres casos de la variante de gripe A (H3N2) del subclado K en adolescentes y un niño. Expertos como el doctor Rubén Omar Sosa señalan que la disminución en la cobertura vacunal, alimentada por la desinformación y la pérdida de confianza en las instituciones tras la pandemia, es el principal factor de riesgo que permite la formación de bolsones de población susceptible y detona estos brotes.

El sistema de salud pública se encuentra en una encrucijada frente al avance de movimientos que cuestionan la obligatoriedad de las vacunas, a pesar de que la evidencia científica respalda su seguridad y eficacia histórica. Para enfermedades altamente contagiosas como el sarampión, se requiere una cobertura superior al 95 % para mantener la inmunidad colectiva, un umbral que se ha visto comprometido recientemente. Los profesionales médicos enfatizan que la vacunación no solo previene la infección primaria, sino que es fundamental para evitar complicaciones graves como neumonía o meningitis, especialmente en el caso de la gripe A. Ante la amenaza inminente de una nueva ola de influenza y la circulación de otros virus respiratorios, las autoridades sanitarias instan a la población a completar los calendarios oficiales de vacunación para restaurar la barrera epidemiológica y proteger a los sectores más vulnerables de la sociedad argentina.









