Ecuador enfrenta una situación epidemiológica delicada tras confirmarse casos de fiebre amarilla y tosferina en 2025, según el Ministerio de Salud Pública. La fiebre amarilla, transmitida por mosquitos en zonas amazónicas, reportó un caso aislado en Zamora Chinchipe y cuatro muertes en Morona Santiago, mientras que la tosferina, una enfermedad bacteriana respiratoria, ha resurgido en Quito, afectando principalmente a escolares. Las autoridades han intensificado la vacunación y el control vectorial para evitar brotes.
La fiebre amarilla, endémica en regiones tropicales, ha mostrado un repunte en América Latina, con Colombia declarando emergencia sanitaria por 75 casos y 34 muertes. En Ecuador, el Ministerio de Salud descarta un brote, pero mantiene alerta epidemiológica, enfocándose en monitoreos comunitarios y barridos vacunales en zonas de riesgo como Sucumbíos, Orellana y Zamora. La vacuna, gratuita y eficaz, es clave para prevenir esta enfermedad, que puede ser mortal en un 20-50% de los casos graves si no se trata.
La tosferina, por su parte, preocupa por su alta contagiosidad en entornos escolares. Un caso confirmado en una escuela de Quito, ligado a la falta de cobertura médica en algunas zonas, ha llevado a reforzar la inmunización con la vacuna DPT. Factores como el movimiento antivacunas y la minería ilegal, que dificulta el acceso a servicios de salud, agravan la situación. El Ministerio de Salud insta a la población a vacunarse y adoptar medidas preventivas, como eliminar criaderos de mosquitos y acudir a centros de salud ante síntomas.
Esta doble amenaza subraya la importancia de la vigilancia epidemiológica y la adherencia a los esquemas de vacunación. Ecuador, con una cobertura del 95% contra fiebre amarilla, busca mantener el control, pero enfrenta retos por la movilidad en fronteras y la resistencia a las vacunas. Las autoridades llaman a la responsabilidad colectiva para proteger la salud pública y evitar complicaciones en un contexto regional de riesgo.
