En Guayaquil, el Instituto de Neurociencias reporta un incremento en atenciones por Trastorno del Espectro Autista (TEA), con un promedio de 30 niños semanalmente en consulta externa, representando el 50% de las visitas pediátricas, según datos del 19 de mayo de 2025. La detección de TEA, que incluye dificultades en comunicación, interacción social y comportamientos repetitivos, se ha intensificado desde el inicio del año escolar, con muchos casos derivados de escuelas. El hospital utiliza tecnología de realidad virtual para evaluar reacciones a estímulos, permitiendo diagnósticos más rápidos que la observación tradicional, según Julio Rigail, encargado del programa.
Madres como Maribel, cuya hija Milena de 6 años muestra signos de TEA, acuden al instituto para terapias de lenguaje, físicas y psicológicas, esenciales para el desarrollo de los niños. Milton Riera, psicólogo clínico, destaca que los menores con autismo son sensibles a ruidos y buscan entornos tranquilos, lo que puede manifestarse en rechazo a actividades grupales o dificultades para seguir instrucciones. Estudios, como el de la Universidad del Rosario, señalan que el 73.4% de los padres en Guayaquil detectan signos antes de los 3 años, pero el diagnóstico se retrasa por falta de acceso o desconocimiento, especialmente en sectores pobres.
La inclusión educativa sigue siendo un desafío. Según Autismo España, el 84% de los niños con TEA están en escuelas ordinarias, pero el 75% de los docentes carecen de formación institucional, lo que limita la atención adecuada. En Guayaquil, el 48% de los niños con autismo enfrentan experiencias escolares negativas, como rechazo o aislamiento, y el 46% deben cambiar de institución, según un estudio de 2016. Las familias enfrentan costos de tratamiento que varían entre 100 y 25,000 dólares, dependiendo de su nivel socioeconómico, lo que resalta la necesidad de políticas públicas para garantizar acceso a diagnóstico y apoyo integral.