La Paz, Bolivia – Bolivia se enfrenta a una creciente ola de inestabilidad social y política, con la radicalización de los bloqueos de carreteras que están paralizando el país. Las protestas responden a una doble crisis: la aguda situación económica que atraviesa la nación y la persistente demanda para forzar la candidatura del expresidente Evo Morales en las próximas elecciones.
Los manifestantes, en su mayoría fervientes seguidores de Evo Morales, han concentrado sus acciones en importantes vías de comunicación, especialmente en la estratégica región de Cochabamba. Su principal exigencia es la inclusión de Morales en la contienda presidencial, a pesar de los obstáculos legales relacionados con los límites de mandato. El gobierno, por su parte, ha acusado al exmandatario de orquestar un “boicot” con el objetivo de desestabilizar el proceso electoral y socavar la autoridad del Estado.
La pugna política se agudiza con la amenaza de los partidarios de Morales de iniciar acciones legales contra las autoridades electorales si se mantiene la exclusión de su líder. Esta presión se suma a la creciente inquietud generada por la crisis económica, que afecta directamente el día a día de los bolivianos.
Otros grupos sociales se han unido a las protestas, manifestando su descontento por el aumento del costo de vida y los problemas económicos estructurales. La crisis se ha manifestado en una notoria escasez de dólares, dificultades para acceder a combustible y un incremento generalizado en los precios de los productos básicos, factores que han exacerbado el clima de tensión en todo el territorio boliviano. La situación actual augura días de incertidumbre para el país.