El 18 de julio de 2025, Jair Bolsonaro calificó como “suprema humillación” las medidas cautelares impuestas por la Corte Suprema de Brasil en el proceso por golpismo, que incluyen tobillera electrónica, toque de queda nocturno, prohibición de usar redes sociales, contactar diplomáticos o acercarse a embajadas. Al salir de la Policía Federal, donde se le colocó la tobillera, insistió en que “jamás” conspiró contra la democracia ni planeó huir.
Bolsonaro defendió a su hijo Eduardo, quien desde marzo en EE. UU. habría influido en los aranceles del 50% impuestos por Donald Trump a Brasil, justificándolos como apoyo ante una supuesta “persecución” judicial. El expresidente afirmó que Eduardo lucha por “la democracia y la libertad”.
El nuevo proceso acusa a ambos de obstruir la justicia al buscar que EE. UU. presione al Supremo para archivar el caso por golpismo, relacionado con un complot tras la derrota electoral de 2022 ante Lula. Bolsonaro admitió haber considerado viajar a EE. UU. para negociar los aranceles con Trump, pese a la retención de su pasaporte.
Denunció que el juicio es “político” y busca “sofocar” a la extrema derecha antes de las elecciones de 2026, en las que está inhabilitado por abusos de poder en 2022. Las medidas refuerzan las tensiones diplomáticas con EE. UU. y el enfrentamiento con el Poder Judicial.
