Una grave alerta de seguridad internacional ha surgido tras la revelación de que miembros de cárteles mexicanos y colombianos lograron infiltrarse en la Legión Internacional de Ucrania con el objetivo de adquirir entrenamiento en tácticas avanzadas de guerra moderna. Según una investigación publicada por The Telegraph, criminales de alto nivel se congregaron en instalaciones como la Kill House Academy al oeste de Ucrania, transformando el frente de batalla en una insólita plataforma de aprendizaje militar para el narcotráfico. El propósito central de esta infiltración es trasladar el conocimiento sobre el uso de drones kamikaze a las operaciones de los cárteles en México y Colombia.

El caso más notorio es el de un ex soldado de fuerzas especiales mexicanas, conocido con el alias de “Águila 7”, quien fue identificado como integrante del cártel de Los Zetas. Según la inteligencia mexicana que alertó a las autoridades ucranianas en julio, “Águila 7” no era un simple voluntario, sino un emisario enviado específicamente para perfeccionar el manejo de drones de ataque. Este fenómeno se ha visto facilitado por la falta de mecanismos sólidos para verificar los antecedentes de los reclutas en la Legión Internacional, creada por el presidente Volodímir Zelenski al inicio de la guerra, permitiendo la entrada de elementos con amplio historial criminal. Esta ausencia de control ha encendido las alarmas globales ante el riesgo de la exportación de tácticas y armamento desde el campo de batalla ucraniano hacia otros escenarios de violencia.

El interés de los cárteles se centra en la tecnología de drones FPV (vista en primera persona), que permite a los operadores guiar explosivos con extrema precisión. Expertos en inteligencia latinoamericana han señalado que los grupos criminales pueden utilizar esta tecnología para ataques directos, vigilancia contra grupos rivales y fuerzas de seguridad, así como para el contrabando de mercancía. El impacto de este aprendizaje ya se nota en México, donde el uso de drones armados ha crecido exponencialmente, pasando de incidentes esporádicos en 2020 a superar los 40 ataques mensuales durante 2023. La militarización de los cárteles, incluyendo el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) con su unidad de “Operadores Droneros” y el Cártel de Sinaloa exhibiendo drones FPV de fibra óptica, se complementa con el uso de minas terrestres, lanzagranadas y vehículos blindados improvisados, elevando la sofisticación de sus operaciones para intimidar poblaciones y evadir a las fuerzas del orden.