La provincia costera de Esmeraldas aún enfrenta las consecuencias del fuerte sismo que se registró días atrás. Según datos de la Secretaría de Gestión de Riesgos, alrededor de 3.000 personas han resultado afectadas, ya sea por daños estructurales en sus viviendas, cortes de servicios básicos o la pérdida total de sus hogares.
El movimiento telúrico, ocurrido el pasado fin de semana con una magnitud de 6.1, no dejó víctimas mortales, pero sí importantes afectaciones materiales. Cantones como Esmeraldas, Atacames y Muisne registraron viviendas agrietadas, muros colapsados y albergues improvisados para acoger a decenas de familias damnificadas.
Autoridades locales y nacionales han activado protocolos de evaluación y respuesta. El COE provincial se encuentra en sesión permanente, mientras brigadas del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) y el Ejército ecuatoriano colaboran en la entrega de kits de alimentos, agua potable y carpas temporales.
“No tenemos a dónde regresar. Nuestra casa quedó inhabitable y con miedo de réplicas”, relata Carmen Álvarez, madre de tres hijos en el cantón Rioverde. Casos como el suyo se multiplican a lo largo del litoral esmeraldeño, en una región que sigue siendo una de las más vulnerables del país en materia sísmica y social.
