Durán, un cantón de la provincia de Guayas, se ha convertido en el epicentro de la violencia en Ecuador debido a la feroz disputa territorial entre las bandas delictivas Chone Killers y Latin Kings. Según información policial, estas organizaciones criminales, con una rivalidad histórica, se enfrentan por el control del narcotráfico y otras actividades ilícitas, dejando un saldo de más de 460 asesinatos en 2024. Como periodista, me resulta alarmante cómo esta pugna ha transformado a Durán en un campo de batalla, afectando gravemente la seguridad y la vida diaria de sus habitantes.
Las autoridades señalan que los Chone Killers y los Latin Kings operan con estructuras organizadas, involucrando a unas 20,000 personas en total. Los enfrentamientos, que incluyen masacres como la ocurrida en abril de 2025 en un parque de Durán, donde murieron cinco personas, son a menudo retaliaciones por el control de rutas clave cercanas al puerto de Guayaquil, vital para el tráfico de drogas. La Policía Nacional, junto con las Fuerzas Armadas, ha intensificado operativos, como el megaoperativo “Apolo 1” en enero de 2025, que desarticuló una facción de los Chone Killers y capturó a decenas de sospechosos. Sin embargo, la violencia persiste, alimentada por fraccionamientos internos y la impunidad de algunos líderes. Desde mi perspectiva, la situación refleja un desafío estructural que va más allá de los operativos policiales, exigiendo políticas integrales para abordar las raíces sociales del crimen.
