La clausura del Estadio Olímpico Atahualpa ha encendido las alarmas en la comunidad deportiva de la capital. El cierre, ordenado por la Agencia Metropolitana de Control (AMC) tras detectar presuntas irregularidades en materia de seguridad, ha dejado a cientos de atletas sin acceso a un espacio clave para su entrenamiento y desarrollo profesional.
La situación ha generado incertidumbre dentro de la Concentración Deportiva de Pichincha (CDP), entidad que administra el escenario y que brinda apoyo integral a deportistas en condición vulnerable, incluyendo alimentación, estudios y preparación para competencias internacionales.
Referentes del deporte como Génesis Briceño y Jesús Pérez han alzado su voz, denunciando el impacto directo que esta medida tiene en su rutina y en las posibilidades de representar al país en el exterior.
“Estamos perdiendo tiempo valioso de preparación. No solo afecta el rendimiento, también compromete los recursos que obtenemos por competir”, advirtió uno de ellos.
Mientras el estadio enfrenta un proceso de reversión hacia la administración municipal, los atletas se manifestaron pacíficamente en los exteriores del coliseo con carteles como “Aquí jugamos limpio, no al abuso disfrazado de ley”, reclamando una pronta solución que no sacrifique sus sueños ni su esfuerzo.
La CDP, por su parte, ha solicitado una nueva inspección técnica con la esperanza de reabrir las instalaciones y garantizar la continuidad del proceso deportivo que impulsa a decenas de talentos nacionales.