Tras dos décadas y múltiples títulos, el director del equipo de Fórmula 1 fue destituido en medio de malos resultados, una investigación interna, salidas de personal clave y tensiones con la familia Verstappen.
Red Bull Racing ha vivido un periodo de inestabilidad en los últimos meses, culminando en la sorprendente destitución de Christian Horner como jefe de equipo. Después de dos décadas al frente, que incluyeron cuatro títulos consecutivos con Sebastian Vettel y una etapa histórica junto a Max Verstappen, el británico de 51 años deja su puesto en medio de una acumulación de tensiones internas y crisis que se gestaban desde 2022. Aunque las razones exactas de su abrupta salida no han sido reveladas completamente, los malos resultados de esta temporada, que amenazan con dejar al equipo en el cuarto lugar por primera vez en 14 años, parecen haber sido la gota que colmó el vaso, sumándose a conflictos con la familia Verstappen, la partida de personal clave, una denuncia interna en su contra y constantes cambios de pilotos.

Entre los episodios más críticos que precipitaron su caída, se encuentra una investigación interna por presunta conducta sexual inapropiada, que, aunque no tuvo consecuencias inmediatas, sembró desconfianza y dividió opiniones dentro del equipo. La marcha de figuras esenciales como Adrian Newey, el arquitecto detrás de los autos campeones de Red Bull, hacia Aston Martin, exacerbó aún más las tensiones, especialmente con el entorno de Verstappen. A esto se sumó la polémica y costosa rescisión del contrato de Sergio Pérez antes del inicio de la temporada, y la incapacidad de pilotos como Liam Lawson o Yuki Tsunoda para consolidarse como el segundo asiento junto a Verstappen, agravando la crisis deportiva del equipo.
Las divisiones políticas también se hicieron evidentes tras el fallecimiento de Dietrich Mateschitz, cofundador de Red Bull, en 2022, dejando un vacío de liderazgo y cohesión. Las diferencias internas llegaron a un punto álgido durante una disputa pública entre Horner y Jos Verstappen, padre de Max, lo que tensó la relación con el círculo íntimo del piloto. La amenaza de Max Verstappen de unirse a Mercedes ganó fuerza, dejando claro que se necesitaban cambios significativos en la dirección para retener al cuatro veces campeón. La presión llegó hasta Oliver Mintzlaff, CEO de Red Bull, quien logró convencer a los dueños de la compañía de que era momento de un cambio de liderazgo, a pesar de que tradicionalmente habían protegido a Horner.
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