Las exequias del precandidato presidencial y senador colombiano Miguel Uribe Turbay, asesinado tras un atentado en un mitin, se realizarán este 13 de agosto de 2025 en la Catedral Primada de Bogotá, con una misa oficiada por el arzobispo Luis José Rueda. Miles despidieron al opositor en el Congreso el martes, tras más de 60 días hospitalizado. Su muerte, ocurrida el lunes, sacude la campaña hacia las elecciones de 2026 y revive el spectre de la violencia política que marcó el siglo XX en Colombia.
Las autoridades han detenido a seis personas, incluido un adolescente de 15 años como pistolero, y señalan a la disidencia de las FARC, Segunda Marquetalia, como principal sospechosa del magnicidio. El ministro del Interior, Armando Benedetti, anunció que, tras consultas con la familia, el presidente Gustavo Petro y el gobierno no asistirán al funeral, aunque expresaron su apoyo con oraciones. La decisión refleja las tensiones políticas en torno al caso.
El asesinato de Uribe Turbay intensifica los temores sobre la seguridad de los candidatos en un contexto electoral ya polarizado. La captura de los sospechosos marca un avance inicial, pero el país enfrenta el desafío de garantizar un proceso electoral sin violencia, mientras la sociedad llora la pérdida de un líder cuya muerte recuerda los trágicos episodios de décadas pasadas.