Harvard no solo es la universidad más prestigiosa de Estados Unidos, sino también la más rica de ese país y del mundo.
La institución acumula un endowment (fondo patrimonial propio que invierte para financiar sus actividades) de US$53.000 millones, más que el producto interno bruto de 120 países, entre ellos Islandia, Bolivia, Honduras o Paraguay.
Donaciones millonarias, inversiones exitosas y una estricta gestión han hecho de Harvard una entidad con recursos suficientes, en teoría, para resistir presiones políticas y económicas que harían tambalear a otras universidades.
Esa capacidad se puso a prueba esta semana cuando el presidente Donald Trump anunció la congelación de US$2.200 millones en fondos federales destinados a Harvard por no aceptar una serie de exigencias sobre cómo debe operar, contratar y enseñar.