Este miércoles, la atención del mundo se centra en la Capilla Sixtina, donde 133 cardenales electores, todos menores de 80 años, iniciaron el cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco, fallecido el 21 de abril a los 88 años. El ritual, cargado de solemnidad y secretismo, marca un momento decisivo para los más de mil millones de católicos que esperan al 267.º pontífice de la Iglesia Católica.
La jornada comenzó a las 10:00 (hora local) con la misa “Pro eligendo Pontifice” en la Basílica de San Pedro, presidida por el cardenal decano Giovanni Battista Re. En su homilía, Re llamó a los cardenales a actuar con “discernimiento, oración y responsabilidad” en un momento crucial para la Iglesia, aunque omitió mencionar a Francisco, un gesto que generó especulaciones sobre posibles tensiones internas. Además, felicitó al cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado y uno de los favoritos, avivando rumores de alianzas en el cónclave.
A las 16:15, los cardenales se reunieron en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico y, entonando las letanías y el himno “Veni Creator Spiritus”, procesionaron hacia la Capilla Sixtina. Tras el juramento de secreto y el grito de “Extra omnes” (todos fuera), las puertas se cerraron, dando inicio a la primera ronda de votaciones. Se requiere una mayoría de dos tercios (89 votos) para elegir al nuevo papa.
El mundo aguarda la señal de la chimenea de la Capilla Sixtina: humo negro indicará que no hay consenso, mientras que el humo blanco anunciará el “Habemus Papam”. La primera fumata está prevista para las 19:00. En la Plaza de San Pedro, miles de fieles y turistas se congregan, expectantes, bajo un cielo nublado y una llovizna intermitente.
El cónclave, que se desarrolla en total aislamiento —sin celulares ni contacto con el exterior—, podría extenderse varios días. Históricamente, los cónclaves modernos han durado entre dos y cinco días, aunque los cardenales han expresado su intención de alcanzar un consenso rápido. Entre los nombres que suenan están el italiano Matteo Zuppi, por su perfil progresista, y el húngaro Péter Erdő, respaldado por sectores conservadores, además de Parolin.
La elección del nuevo pontífice definirá el rumbo de la Iglesia en un mundo marcado por desafíos como la secularización, los conflictos globales y las demandas de inclusión. Mientras tanto, el Vaticano refuerza su seguridad con inhibidores de señal y estrictos protocolos para garantizar la confidencialidad del proceso.
