Más de 310 trabajadores surcoreanos, que formaron parte de una redada migratoria masiva en Estados Unidos, regresaron a su país este viernes en un vuelo especial. Tras el operativo del 4 de septiembre en una planta de baterías de Hyundai-LG en Georgia, los trabajadores fueron recibidos en el aeropuerto de Incheon con aplausos de funcionarios y familiares emocionados. Algunos de ellos gritaron “¡Libertad!” y “¡He vuelto!”, aliviados por volver a casa después de una semana de detención.
Un ingeniero de Hyundai Motors describió las condiciones de la detención como “insoportables”, con instalaciones en mal estado y alimentos de mala calidad. La redada, que se considera la mayor operación realizada en un solo lugar desde que Donald Trump regresó al cargo, ha provocado una gran indignación en Corea del Sur, un aliado clave de Washington.
El ministro de Relaciones Exteriores surcoreano, Cho Hyun, admitió que estaba “profundamente dolido” por la experiencia de sus compatriotas. Cho informó que el presidente Trump había ordenado una revisión completa de la situación, lo que provocó un retraso de un día en el regreso de los trabajadores. El incidente ha provocado protestas en Corea del Sur, donde se vieron pancartas satíricas con la imagen de Trump. Ambos gobiernos han acordado crear un grupo de trabajo para establecer una nueva categoría de visa para futuros proyectos de inversión surcoreana en Estados Unidos.