La situación en El Nacional se agrava. Este martes, todos los jugadores del primer equipo se presentaron en las oficinas del club como medida de protesta ante la falta de pagos y el silencio de la dirigencia. El grupo exigió explicaciones concretas sobre los sueldos atrasados y manifestó su malestar por la ausencia total de comunicación con el presidente Marco Pazos, a quien han intentado contactar en reiteradas ocasiones sin obtener respuesta.
El plantel decidió no presentarse al entrenamiento programado, reflejando la tensión que atraviesa el club tanto en lo deportivo como en lo institucional. La suspensión de actividades fue una decisión unánime, motivada por el hartazgo de los futbolistas ante la falta de certezas económicas y el incumplimiento de compromisos laborales básicos.
El Nacional, institución histórica del fútbol ecuatoriano, vuelve a verse envuelto en una crisis administrativa que arrastra desde hace varias temporadas. Los constantes problemas financieros, sumados a la débil conducción dirigencial, han deteriorado la estabilidad del club y alejado a la institución de su protagonismo tradicional en la liga local.
La falta de pronunciamiento por parte de Marco Pazos solo ha intensificado la tensión interna. Hasta el momento, no se ha emitido ningún comunicado oficial que explique los retrasos ni se ha presentado un plan concreto de solución. Esta situación ha generado indignación también entre los hinchas, que observan con frustración cómo el club continúa sumido en una espiral de desorganización y promesas incumplidas.
El reclamo de los jugadores no solo responde a lo económico, sino también a la falta de respeto institucional. Sin sueldos ni diálogo, la relación entre el plantel y la directiva se encuentra rota. Si no hay soluciones urgentes, el conflicto podría escalar y comprometer aún más el futuro deportivo del equipo, que ya ha sufrido por la inestabilidad en temporadas anteriores.
Mientras el club guarda silencio, crece la incertidumbre. Los jugadores esperan respuestas. La hinchada también. Y El Nacional, una vez más, camina al borde del abismo.
