En Cuba, la Unión de Industrias Militares (UIM) ha comenzado a ensamblar el primer lote de vehículos eléctricos destinados a servicios funerarios, según anunció el ministro de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, en su perfil de Facebook. Esta medida responde a la grave crisis que afecta los traslados fúnebres, agravada por la falta de vehículos operativos y combustible.
La producción, que forma parte de un plan para contener el deterioro de los servicios públicos, se lleva a cabo en La Habana, aunque no se especificaron cantidades ni plazos de entrega. La iniciativa ha generado escepticismo entre ciudadanos, quienes cuestionan su viabilidad en medio de apagones y una crisis energética crónica. “¿Con qué corriente se cargarán?”, ironizó un usuario en redes.
La escasez de carros fúnebres ha obligado a familias cubanas a improvisar traslados, usando camiones, carretas o incluso trasladando ataúdes a pie. En provincias como Villa Clara y Mayabeque, se han reportado casos extremos que reflejan el colapso del sistema funerario. La introducción de vehículos eléctricos busca mitigar esta situación, pero muchos consideran que es una solución parcial.
Rodríguez Dávila también mencionó avances en otros proyectos, como una terminal de ómnibus eléctricos y nuevas rutas ferroviarias, para abordar la crisis de movilidad. Sin embargo, la participación militar en funciones civiles, como el ensamblaje de estos vehículos, ha generado críticas por la creciente influencia de las Fuerzas Armadas en sectores no tradicionales.
El anuncio refleja los esfuerzos del gobierno por innovar ante la falta de recursos, pero enfrenta el desafío de una infraestructura energética inestable y la desconfianza ciudadana. Mientras algunos ven el proyecto como un paso necesario, otros lo consideran un parche insuficiente para un sistema funerario en crisis estructural.