El movimiento indígena atraviesa un momento de fuerte división. Aunque algunos de sus dirigentes lograron acuerdos con el Gobierno Nacional para poner fin a las movilizaciones, otros sectores han rechazado rotundamente ese acercamiento y aseguran que el paro continuará.
Uno de los focos de tensión se vive en la comunidad de San Roque, cantón Antonio Ante, donde comuneros expresaron su indignación por la reunión sostenida entre representantes del Gobierno y el dirigente de la Federación Indígena y Campesina de Imbabura (FICI), Mesías Flores. Según los pobladores, dicho encuentro se realizó sin el consenso de las bases, por lo que buscan “castigar” al líder por haber, según ellos, traicionado la lucha colectiva.
Esta fractura interna evidencia el desgaste organizativo y las diferencias estratégicas dentro del movimiento indígena, que históricamente ha sido uno de los actores sociales más influyentes del país. Mientras un grupo apuesta por el diálogo como vía para alcanzar soluciones, otro considera que solo la presión en las calles garantizará respuestas efectivas a las demandas sociales.
El escenario se mantiene tenso en varias provincias del país, con bloqueos intermitentes y posturas encontradas que ponen a prueba la unidad del movimiento indígena ecuatoriano.