El debate entre ducharse con agua fría o caliente después de entrenar es tan antiguo como el ejercicio mismo, pero la ciencia tiene la respuesta. Según un estudio, la elección de la temperatura ideal depende de los objetivos de cada persona. El agua fría, por ejemplo, es ideal para quienes buscan reducir el dolor muscular y la inflamación, ya que la crioterapia ayuda a limitar la respuesta inflamatoria y a acelerar la recuperación. Un estudio de la revista Scandinavian Journal of Medicine & Science in Sports sugiere que combinar ambos métodos puede potenciar los beneficios.
El agua caliente, por su parte, puede ser más beneficiosa para mejorar el rendimiento en entrenamientos posteriores. Sin embargo, los expertos advierten que la clave para una buena recuperación va más allá de la temperatura del agua. La hidratación, una nutrición adecuada, el descanso y el sueño son factores cruciales que no se pueden ignorar. La elección entre la ducha fría o caliente debe ser parte de una estrategia integral, adaptada a las metas personales y a la intensidad de cada entrenamiento.