La jornada del martes dejó un inquietante panorama de inseguridad nacional. En menos de 24 horas, tres ataques con explosivos fueron registrados en distintos puntos del país: al norte de Guayaquil, en la vía a Naranjal y en la vía Cuenca–Girón–Pasaje, según confirmó el ministro del Interior, John Reimberg, durante su visita a la provincia de Imbabura.
Estos hechos, que se suman a una escalada de sicariatos, atentados y amenazas criminales, vuelven a poner en el centro del debate la capacidad del Estado para contener el avance del terrorismo interno y el crimen organizado. En ciudades como Guayaquil, Durán y Esmeraldas, los explosivos y ataques selectivos se han convertido en un nuevo instrumento de intimidación de las bandas delictivas.
Reimberg aseguró que el Gobierno del presidente Daniel Noboa “no se deja amedrentar por unos pocos que buscan incitar al caos”, reiterando que el Ejecutivo mantendrá las operaciones militares y policiales para restablecer el orden en todo el territorio. “Este es un Gobierno que la pelea de frente, que se la juega por el Ecuador”, enfatizó el ministro.
Los recientes hechos reflejan un país en tensión, donde la violencia ya no distingue zonas. Desde atentados con artefactos explosivos en vías de alta circulación, hasta el hallazgo de cuerpos desmembrados, el Ecuador enfrenta uno de sus momentos más complejos en materia de seguridad. Expertos advierten que, de continuar esta tendencia, el Estado deberá fortalecer la inteligencia y coordinación interinstitucional para evitar que los grupos criminales sigan imponiendo el miedo.
