Ecuador enfrenta un nuevo estiaje entre agosto y septiembre de 2025, pero el Gobierno asegura que no habrá apagones, gracias a la incorporación de 441 megavatios (MW) al Sistema Nacional Interconectado (SNI) y una mejor gestión hídrica. Tras los cortes de hasta 14 horas en 2024, causados por una sequía severa, proyectos como las centrales térmicas El Salitral, Quevedo y Esmeraldas III, junto a barcazas de Karpowership, buscan garantizar el suministro eléctrico. El presidente Daniel Noboa destacó la recuperación de 500 MW termoeléctricos y la reactivación de la central Toachi Pilatón.
La transición climática, con lluvias decrecientes desde mayo según el Inamhi, exige diversificar la matriz energética, donde el 89% depende de hidroeléctricas. Expertos como Jorge Luis Hidalgo advierten que el consumo anual crece entre 300 y 500 MW, requiriendo fuentes más baratas frente al costoso diésel importado. Proyectos como Esmeraldas III, con 91 MW, están al 90% de avance, mientras se prioriza la operación esporádica de Mazar para preservar embalses. La importación de energía desde Colombia se mantiene como respaldo, aunque a alto costo.
El Gobierno promueve contratos con el sector privado para energía fotovoltaica y eólica, visando sostenibilidad a largo plazo. La ministra de Energía, Inés Manzano, enfatizó la gestión intensiva para optimizar embalses y evitar racionamientos. Sin embargo, el riesgo persiste si las lluvias no acompañan, especialmente en el embalse de Mazar, clave para el Complejo Paute. Estas medidas buscan no solo prevenir apagones en 2025 y 2026, sino también reducir la dependencia de soluciones emergentes costosas, fortaleciendo la resiliencia energética del país.