El 31 de julio de 2025, EE.UU. aceptó formalmente un Boeing 747-8, valorado en 400 millones de dólares, donado por la familia real de Catar para servir como nuevo Air Force One. Anunciado en mayo, el traspaso enfrentó retrasos legales, pero la ceremonia de entrega marcó un hito. La aeronave requiere modificaciones para funciones presidenciales, un proceso que podría costar cientos de millones y tomar años, según Luxury Launches.
La Fuerza Aérea acelera la modernización, instalando equipos secretos de protección y comunicación, y eliminando posibles dispositivos de espionaje. El avión, adaptado para operaciones de comando, reemplazará temporalmente al actual Air Force One durante el mandato de Donald Trump, con planes de conservarlo en una institución federal o fundación presidencial tras su uso.
La donación ha desatado controversia en EE.UU. Algunos legisladores cuestionan su legalidad bajo normas sobre regalos de gobiernos extranjeros, mientras la administración Trump la defiende como una decisión económica y diplomática. Las modificaciones garantizarán la seguridad del avión, pero el costo y el tiempo requerido alimentan el debate político.
El Boeing 747-8, un gesto de Catar, representa un desafío logístico y político para EE.UU. Su integración a la flota presidencial, aún en proceso, busca equilibrar funcionalidad, seguridad y diplomacia, mientras se define su rol a largo plazo en la historia presidencial estadounidense.