En las profundidades de la Reserva Mashpi-Tayra, en Quito, científicos han redescubierto una joya botánica que pocos conocen: el Phragmotheca centinelensis. Este árbol puede alcanzar hasta 50 metros de altura y pertenece a una familia tropical poco estudiada. Su tamaño y majestuosidad lo convierten en un gigante silencioso de los bosques nublados del Ecuador.
Pese a su imponencia, esta especie enfrenta un riesgo crítico. Solo ha sido registrada en tres puntos del país, lo que la convierte en una de las especies más amenazadas del continente. Su hábitat se encuentra bajo presión constante debido a la expansión de la frontera agrícola, la tala ilegal y el cambio climático.
La Phragmotheca centinelensis fue descubierta originalmente en la Reserva Ecológica Centinela, en la provincia de Santo Domingo. Décadas después, un ejemplar fue identificado en la reserva privada Mashpi-Tayra, lo que enciende una luz de esperanza sobre su posible conservación.
No obstante, su escasa presencia en el territorio nacional la mantiene en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Expertos en biodiversidad señalan que proteger al Phragmotheca centinelensis no solo es vital para preservar una especie en peligro, sino también para mantener el equilibrio de los ecosistemas donde habita. Conservar sus espacios naturales se ha vuelto una prioridad para biólogos y ambientalistas que hacen un llamado urgente a las autoridades y a la ciudadanía.