La película Titanic (1997), dirigida por James Cameron, es un hito del cine, no solo por su impacto cultural y comercial, sino también por los desafíos técnicos que superó durante su producción. Entre estos, la escena de la Gran Escalera, donde una avalancha de agua irrumpe en el lujoso vestíbulo del transatlántico, se destaca como el mayor reto del rodaje, ya que solo pudo filmarse una vez debido a la destrucción total del set.
A las 2 horas y 35 minutos de la película, los espectadores presencian un momento icónico: el agua inunda la Gran Escalera, arrasando con todo a su paso. Según detalla SensaCine, esta secuencia requirió verter 340.000 litros de agua sobre el set, sin margen para errores ni repeticiones, ya que el escenario, utilizado durante todo el rodaje, quedó destruido tras la toma. La presión sobre Cameron y su equipo era inmensa, pues un fallo habría significado pérdidas millonarias y un golpe a la confianza de los productores. A pesar de las circunstancias, la toma resultó perfecta en el primer intento, consolidando la reputación de Cameron como un director capaz de superar desafíos excepcionales.
El éxito de esta escena no solo evitó un desastre financiero, sino que también resaltó la meticulosidad de Cameron. La inspiración para Titanic provino del documental Titanica, un trabajo en formato IMAX que mostró imágenes inéditas de los restos del barco. Fascinado por este material, Cameron incorporó a los exploradores del documental a su proyecto, asegurando una recreación fiel de la tragedia. Este enfoque obsesivo por los detalles, combinado con la ambición técnica, convirtió a Titanic en un fenómeno global y una de las películas más taquilleras de la historia.
