Un informe publicado por científicos alemanes explora la profundidad a la que se encuentra el oro en la Tierra, un recurso que ha fascinado a la humanidad por siglos debido a su valor económico y cultural. Según expertos geólogos, el oro se halla en yacimientos que varían desde depósitos cercanos a la superficie hasta vetas profundas a varios kilómetros bajo tierra, dependiendo del tipo de formación geológica.
El oro se forma principalmente en vetas hidrotermales, donde fluidos calientes ricos en minerales se filtran a través de fracturas en la corteza terrestre. Estos depósitos suelen encontrarse a profundidades de 1 a 5 kilómetros, aunque en minas de alta profundidad, como las de Sudáfrica, se extrae oro a más de 4 kilómetros bajo la superficie. Por ejemplo, la mina de Mponeng, la más profunda del mundo, alcanza los 4,5 kilómetros, donde se explota oro en condiciones extremas de calor y presión.
En depósitos aluviales, como ríos o arroyos, el oro puede hallarse a pocos metros de la superficie, transportado por procesos de erosión. En regiones como el Amazonas o Klondike, los mineros artesanales encuentran pepitas en sedimentos superficiales. Sin embargo, los yacimientos primarios, que contienen la mayor cantidad de oro, requieren excavaciones profundas y tecnologías avanzadas, como perforaciones y explosivos controlados.
La extracción a gran profundidad plantea desafíos. Además de los altos costos, que pueden superar los $1.000 por onza en minas profundas, los riesgos incluyen colapsos, temperaturas extremas y problemas logísticos. En 2023, la producción mundial de oro alcanzó unas 3.000 toneladas, con países como China, Australia y Sudáfrica liderando, según el Consejo Mundial del Oro. En Ecuador, proyectos como Fruta del Norte extraen oro a profundidades moderadas, entre 300 y 1.000 metros, contribuyendo a la economía nacional.
La ubicación del oro también está ligada a la actividad tectónica. Las zonas de subducción, como los Andes, son ricas en yacimientos debido a los procesos geológicos que concentran minerales. Los avances en geofísica, como el mapeo 3D y la detección satelital, han mejorado la identificación de depósitos profundos, reduciendo la exploración invasiva.
El interés por el oro persiste no solo por su uso en joyería y finanzas, sino también en industrias tecnológicas, donde se valora por su conductividad. Sin embargo, la minería profunda plantea dilemas ambientales, como la deforestación y la contaminación por mercurio, lo que impulsa esfuerzos por prácticas más sostenibles. Este panorama resalta la complejidad de acceder al oro, un tesoro escondido en las entrañas de la Tierra.