La dictadura de Nicolás Maduro, a través de la vicepresidenta Delcy Rodríguez, amenazó con suspender de inmediato todos los acuerdos energéticos con Trinidad y Tobago, en respuesta a la llegada del destructor de la Armada de Estados Unidos, USS Gravely, para realizar ejercicios militares conjuntos en el Caribe. Rodríguez calificó la presencia naval estadounidense, que forma parte del mayor despliegue en la zona en más de tres décadas, como una señal de “agresión” contra Venezuela, y acusó al gobierno trinitense de “convertir su territorio en una colonia militar de los Estados Unidos” al prestarse al “plan guerrerista”.
La amenaza se enfoca en el acuerdo marco de cooperación energética, vigente desde 2015, que permite la explotación conjunta de yacimientos de gas. Por su parte, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Trinidad y Tobago rechazó categóricamente las acusaciones, asegurando que la presencia del buque solo busca reforzar la cooperación en seguridad, la lucha contra el crimen transnacional y la ayuda humanitaria, y negó cualquier intención de hostilidad.
