El rey Carlos III demostró una vez más su cercanía y sentido del humor en una visita oficial a la histórica catedral de Lichfield, en Inglaterra. El monarca recorrió este emblemático templo medieval —construido sobre los restos de una iglesia de madera del siglo VII y hogar de los preciados Evangelios de Lichfield, un manuscrito ilustrado del siglo VIII— cuando ocurrió un momento espontáneo que ha dado la vuelta al planeta.
Mientras saludaba a un grupo de personas, entre ellas un joven estudiante que esperaba ansioso su turno, el rey estrechó su mano y, con una sonrisa pícara, le soltó: “Siempre puedes culparme a mí”.

La broma, captada en vídeo, se ha convertido en viral por su naturalidad y calidez, mostrando al soberano en su faceta más humana y accesible.
Este gesto no solo ha generado risas y comentarios en redes sociales, sino que refuerza la imagen de Carlos III como un monarca cercano al pueblo, capaz de romper el protocolo con un toque de ingenio británico.









