La noche del 18 de mayo de 2025, un nuevo atentado con explosivos sacudió el cantón Santa Rosa, en la provincia de El Oro, cuando desconocidos lanzaron un artefacto contra los exteriores de una clínica privada en la intersección de las calles Jofre Lima y Floresta. El ataque, registrado a las 22:40, causó daños materiales leves en la fachada del centro médico, principalmente en el rótulo, sin dejar heridos, según el parte policial. Sin embargo, el incidente, el séptimo en apenas ocho días, ha sumido a la comunidad en un estado de zozobra constante.
El hecho ocurrió cuando sujetos en motocicleta arrojaron el explosivo y huyeron, generando pánico entre los residentes. Decenas de uniformados acudieron al lugar, acordonando la zona para recolectar indicios. La Policía Nacional investiga posibles vínculos con la pugna entre grupos delictivos, como Los Lobos y Los Lobos Box, que disputan el control territorial en Santa Rosa. El alcalde Larry Vite calificó la situación como una “zona de guerra”, señalando que la escalada de violencia incluye atentados con explosivos, sicariatos y hallazgos macabros que han paralizado la ciudad.
Desde el 11 de mayo, Santa Rosa ha enfrentado una ola de ataques sin precedentes. Ese día, una explosión destruyó una casa deshabitada y afectó seis inmuebles más, mientras que el 12 de mayo, otro atentado en Puerto Jelí dañó nueve viviendas y dejó dos heridos. El 14 de mayo, artefactos explosivos fueron abandonados frente al Cementerio General y la Feria Libre, acompañados de mensajes que señalaban a los responsables. En total, dos ataques han sido letales, y varios han causado daños estructurales, incluyendo dinamita hallada en espacios públicos.
La Policía ha intensificado operativos, capturando el 13 de mayo a seis presuntos miembros de Los Lobos en el barrio El Cisne, con evidencias como 20 metros de cordón detonante, un fusil, 179 municiones y vehículos. Las autoridades sospechan que los atacantes alquilan viviendas temporales para planificar extorsiones, secuestros y detonaciones, trasladándose tras cada acto delictivo. El coronel Pablo Fajar, jefe (s) de la subzona El Oro, instó a la ciudadanía a denunciar actividades sospechosas para frenar la violencia.
El impacto en la comunidad es profundo. Las clases presenciales fueron suspendidas debido al incremento de la inseguridad, y los moradores viven con miedo constante. “Ya no salimos tranquilos, cualquier ruido nos asusta”, relató una vecina anónima. La serie de atentados, que incluye un ataque el 17 de mayo en la Bahía de Guayaquil con explosivos en locales comerciales, refleja el recrudecimiento del crimen organizado en la región. Mientras las autoridades buscan desarticular estas redes, Santa Rosa permanece en alerta, atrapada en una espiral de violencia que amenaza la seguridad de sus habitantes.