Leonard A. Lauder, presidente emérito de The Estée Lauder Companies y figura clave en la industria de la belleza, falleció el sábado 14 de junio de 2025 a los 92 años, rodeado de su familia en su hogar en Nueva York. Durante más de seis décadas, Lauder lideró la empresa fundada por sus padres, Estée y Joseph Lauder, convirtiéndola en un gigante multinacional con marcas icónicas como Clinique, La Mer, M·A·C, Bobbi Brown y Jo Malone London. Su visión estratégica y compromiso con la innovación dejaron una huella imborrable en el mundo de la cosmética.
Nacido en 1933 en Nueva York, Lauder se unió a la empresa familiar en 1958, cuando esta era una pequeña firma con ventas anuales de menos de un millón de dólares. Bajo su liderazgo como presidente (1972-1995), director ejecutivo (1982-1999) y presidente del consejo (1995-2009), The Estée Lauder Companies se expandió a más de 150 países, alcanzando ingresos de 7.300 millones de dólares para 2009. Lauder fue pionero en la creación de laboratorios de investigación y desarrollo, profesionalizó la gestión y lideró la adquisición de marcas de prestigio, además de introducir el concepto del “índice del pintalabios”, que relaciona las ventas de cosméticos con la resiliencia económica.
Más allá de su éxito empresarial, Lauder fue un filántropo destacado. Donó su colección de 78 obras cubistas, valorada en más de mil millones de dólares, al Museo Metropolitano de Arte en 2013, estableciendo el Leonard A. Lauder Research Center for Modern Art. También fue un firme defensor de la investigación médica, cofundando la Alzheimer’s Drug Discovery Foundation y apoyando la Breast Cancer Research Foundation, creada por su fallecida esposa Evelyn. Durante la pandemia, impulsó el fondo ELC Cares para empleados y donó 125 millones de dólares para formar enfermeros en comunidades vulnerables.
“Mi padre fue el hombre más caritativo que he conocido. Su impacto fue enorme, no solo en la industria, sino en las vidas que transformó”, expresó su hijo William P. Lauder, actual presidente del consejo. Leonard deja a su esposa Judy Glickman, sus hijos William y Gary, cinco nietos, dos bisnietos y un legado que trasciende la belleza, definido por la generosidad, la innovación y la amabilidad.