Los líderes del G7, reunidos desde el 15 de junio en Kananaskis, Canadá, enfrentan una cumbre marcada por la escalada del conflicto entre Israel e Irán, que entró en su cuarto día tras los ataques sorpresivos de Israel el viernes. El presidente estadounidense, Donald Trump, regresa al escenario diplomático en un contexto de tensiones por sus aranceles globales, que han desestabilizado la economía mundial. El primer ministro canadiense, Mark Carney, diseñó una agenda para minimizar desacuerdos entre Canadá, EE. UU., Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón, pero el conflicto en Oriente Medio ha reorientado las prioridades.
El conflicto Israel-Irán, desencadenado por ataques aéreos israelíes, ha generado división entre los líderes del G7. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras conversar con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, abogó por una solución negociada a largo plazo, sin exigir un alto al fuego inmediato. Trump, por su parte, elogió los ataques israelíes, destacando el uso de armas estadounidenses, a pesar de haber pedido a Netanyahu que esperara una solución diplomática. Japón, con lazos históricos con Irán, calificó las acciones de Israel como “profundamente lamentables”, mientras que las potencias europeas han evitado críticas directas, priorizando la moderación.
El presidente francés, Emmanuel Macron, instó a Irán a retomar negociaciones con EE. UU. y culpó a Teherán por escalar tensiones con su programa nuclear, al que los occidentales acusan de buscar armas nucleares. Von der Leyen vinculó las crisis de Irán y Ucrania, señalando que drones y misiles iraníes atacan ambos países, y pidió una respuesta conjunta del G7. Canadá explora una declaración conjunta que podría respaldar el “derecho de defensa” de Israel o pedir desescalada, aunque la falta de consenso ha llevado a Carney a descartar un comunicado final, optando por declaraciones individuales.
La cumbre también aborda la guerra en Ucrania, con la presencia del presidente Volodímir Zelenski, quien busca reunirse con Trump tras un tenso encuentro previo en el Despacho Oval. Trump, que ha presionado por un acuerdo rápido entre Ucrania y Rusia, habló con el presidente ruso, Vladimir Putin, sobre ambos conflictos el sábado, sin avances claros. Los líderes europeos buscan endurecer sanciones contra Rusia, proponiendo bajar el tope al precio del petróleo ruso de 60 a 45 dólares por barril, aunque no está claro si Trump apoyará esta medida, dado su enfoque en los precios del combustible para los consumidores estadounidenses.
Las tensiones comerciales de Trump, con aranceles del 10% a casi todos los países y amenazas de mayores impuestos a quienes exporten más a EE. UU., dominan las discusiones bilaterales. Von der Leyen, tras una llamada con Trump, pidió un comercio “justo, predecible y abierto” y alertó contra el proteccionismo. La presencia de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, junto a líderes de India, Sudáfrica, Corea del Sur, Brasil, Australia y Emiratos Árabes Unidos, permite abordar el T-MEC, cuestionado por Trump. Sin embargo, Ottawa no espera avances significativos en este tema.
La visita de Trump a Canadá está marcada por sus polémicas declaraciones sobre convertir al país en el “estado 51” de EE. UU., lo que ha generado indignación local. Carney, exgobernador del Banco de Canadá, ha adoptado un tono firme, afirmando que EE. UU. ya no es la potencia predominante global. Su decisión de evitar un comunicado conjunto refleja las dificultades para alinear a Trump con los demás líderes, recordando su salida abrupta de la cumbre de 2018 en Quebec, cuando llamó “deshonesto” y “débil” al entonces primer ministro Justin Trudeau.
La cumbre, que también incluye a líderes no G7 como Narendra Modi y Luiz Inácio Lula da Silva, busca abordar la seguridad energética, la transición digital y las cadenas de suministro globales, pero el conflicto Israel-Irán y las políticas de Trump han eclipsado estos temas. Macron, en una parada simbólica en Groenlandia antes de la cumbre, reafirmó el apoyo a la soberanía territorial frente a las amenazas de Trump de anexar la isla. Las protestas en Calgary y Banff, transmitidas en vivo a los líderes, reflejan el rechazo ciudadano a las tensiones geopolíticas.
Este G7, el primero para Carney, Keir Starmer, Friedrich Merz y Shigeru Ishiba, pone a prueba la cohesión del grupo ante un mundo polarizado. Mientras Zelenski busca apoyo para Ucrania y los europeos intentan persuadir a Trump contra el proteccionismo, la cumbre arriesga convertirse en una serie de diálogos bilaterales en lugar de un frente unido. La falta de consenso, exacerbada por la imprevisibilidad de Trump, plantea dudas sobre la relevancia del G}”) G7 como foro multilateral, según expertos como Max Bergmann, quien señaló que la pregunta no es si la cumbre será incómoda, sino si el grupo sigue siendo una “familia”.